¿Microchips subcutáneos para ir al trabajo? Experiencias con RFID (I)

Radiografía de los chips subcutáneos de A. Graafstra(Fuente: Dangerous things)


























La semana pasada publicábamos en Facebook un enlace a una noticia que llamó mucho la atención en las redes: Una empresa belga implanta un chip para controlar empleados.  Ocho voluntarios de la compañía se implantaron voluntariamente un microprocesador subcutáneo para controlar la apertura y cierre de puertas.Sin embargo, esta experiencia ya se había llevado a cabo años antes utilizando tecnología RFID.

Un RFID (siglas de Radio Frequency IDentification) es un sistema de almacenamiento y recuperación de datos por control remoto que utiliza metodologías similares a las empleadas en los códigos de barra. Su propósito fundamental es transmitir la identidad de un objeto mediante ondas electromagnéticas o electrostáticas.

La idea en la que se basa hace referencia al sistema criptográfico desarrollado por militares británicos para poder identificar a los aviones aliados para diferenciarlos del resto durante la Segunda Guerra Mundial, conocido como IFF (Identify Friendor Foe). 

La primera patente relacionada con la tecnología RFID data del 1969, año en que el ingeniero Mario W. Cardullo]- integrante del equipo del programa Apolo-  la registra en Estados Unidos. Consistía en una etiqueta RFID con memoria regrabable cuya utilidad no fue reconocida hasta pasados cuatro años de su invención.


Este sistema de captura e identificación automática de información contenida en etiquetas electrónicas (tags) que al entrar en contacto con el área de cobertura de un lector de RFID, éste envía una señal para que la misma etiqueta transmita toda la información almacenada en su memoria éste traspaso de información se realiza sin que se produzca, por lo tanto, contacto físico o visual entre ambos dispositivos, aunque sí que suele exigir cierta proximidad.

Entre otras ventajas, los fabricantes destacan que al no existir la necesidad de contacto directo, una sola antena puede identificar multitud de productos. Al adaptarse a diferentes formatos se puede considerar un antirrobo sofisticado que puede utilizarse en numerosos los materiales (exceptuando metal y agua, aunque ya existen etiquetas lavables).

La tecnología llega en la década de los 80 al sector privado, siendo utilizada originariamente para la identificación del ganado. Posteriormente amplía su uso al ámbito de la logística y a los nuevos sistemas antirobo.

El primer implante humano de un Chip RFID del que se tiene constancia fue insertado bajo su codo izquierdo a un profesor de Cibernética de la Universidad de Reading (Reino Unido) en 1998. El objetivo del proyecto era controlar los ordenadores y las puertas de su entorno de trabajo. Sin embargo las primeras noticias sobre estos chips que aparecen en los medios de comunicación se remontan a marzo del 2004:


-       La discoteca Baja Beach Club de Barcelona anuncia en 2010 un nuevo servicio a sus socios y clientes más asiduos: la posibilidad de implantarse en el brazo un chip de identificación que funciona como tarjeta-monedero. 

-       En México, el entonces Procurador General de la República, Rafael Macedo de la Concha, comunicó públicamente el establecimiento de un nuevo sistema para mejorar la seguridad de la documentación confidencial del Estado: se procedería al implante de chips a los empleados de la Procuraduría que requiriesen acceso a los archivos donde se custodiaba dicha información.

Ambas iniciativas con objetivos aparentemente dispares suponen el inicio de la implantación y de la aceptación social de una tecnología creada originariamente para el control e identificación de productos industriales. Desde abonos de transporte, pasando por las tarjetas de identificación que dan acceso a lugares de trabajo, pasaportes nacionales como el nuestro-que lo aplica desde 2006]-, los incluyen sin que la ciudadanía sea consciente de su existencia o de lo sencillo que resulta copiar remotamente los datos que contienen.